Una fiesta ambientada en el lejano oeste

Julia Catalán

13 enero 2020

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Una fiesta ambientada en el lejano oeste

Creo mucho en la belleza del detalle, en la sensibilidad, corazón y cariño que pones cuando creas de la NADA un TODO. Construyes desde cero una idea, la moldeas y acabas dándole forma hasta conseguir lo que ni siquiera tenías en mente. Esto es la magia de la improvisación, el arte de ver las cosas sin ser una realidad. Sólo se necesitan altas dosis de inspiración, entusiasmo a raudales y, por supuesto (como decía Picasso), que te encuentre trabajando..

Y “VOILA”!! La idea se transforma, todo tiene coherencia, queríamos una fiesta ambientada en El Lejano Oeste y el resultado no pudo gustar más!

El espacio escogido iba que ni pintado: una palapa frente al lago, madera, brezo, vasijas de barro, monturas y unos caballos salvajes que hacían de aquello un lienzo pintado en acrílico. Dentro de la misma, distintos rincones temáticos, estaciones a base de encurtidos, chacinas, ibéricos, pucheros, buffet de ensaladas y postres montados sobre tablones de madera soportados por balas de paja.

Las mesas y bancos se hicieron con pales de madera natural y betún de judea. No faltaron Cojines y alfombras que lo dotaron de confortabilidad, así como la música de inicio tipo country que amenizó la velada. Puro “Buen Rollismo” de un grupo de amigos que tenían mucho que celebrar: LA VIDA, medio siglo de ella.

El Dress Code de los invitados fue perfecto, una pasarela improvisada. No se trataba de una fiesta de disfraces, tan sólo tenían que darle a su outfit ese toque country: vestidos con estampados de cuadros y detalles de flecos, ante, sombreros bordados, plumas, cuero, botas y botines…. La imagen que allí se vivió me evocó al pasado desfile de DIOR con prendas que recordaban al viejo Oeste de indios y vaqueros. Sencillamente mágico.

Y como toda película, tuvo su fin, no sin antes regalarnos un maravilloso atardecer: el sol tiñendo de rojo el DESIERTO DE WAKANA.

Majestuoso e indescriptible lo que allí se vivió.

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